Valme López Romero

Valme López, directora de Servicios Corporativos de SAMU: “En SAMU he aprendido a tener la piel más dura”

Valme López (Sevilla, 1987) puede presumir de ser una de las pocas personas que, con su trabajo y dedicación, ha ido desde la base subiendo peldaños uno a uno dentro de la estructura de SAMU. Entró como becaria en 2010 y acaba de ser nombrada directora de Servicios Corporativos.

—En primer lugar, felicidades por este nuevo nombramiento. Se trata de un puesto de nueva creación. ¿Cuál es su función ahora exactamente?
—Sigo trabajando dentro de la Dirección General, pero no como adjunta a la Dirección, he dado un paso más. Este nuevo cargo aglutina todas esas actividades que yo ya hacía desde hace algún tiempo pero que no estaban totalmente definidas. Digamos que ahora soy directora de todas aquellas áreas y actividades relacionadas con los servicios corporativos de la organización, como por ejemplo marketing, comunicación, prensa, identidad corporativa, innovación, sostenibilidad, relaciones institucionales… Sigo dentro de la oficina de Dirección General, pero con mi propia dirección.

—¿Cuáles son ahora sus objetivos?
—Pensar a lo grande, más aún. Tengo que aprender a delegar para poder seguir creciendo, es algo que me cuesta mucho. Tengo que desarrollar el pensamiento estratégico para hacer que SAMU facture 100 millones de euros. Ese es mi objetivo, bastante ambicioso, sí, pero hay que pensar así, a lo grande, para poder seguir creciendo.

—¿Recuerda su primer día en SAMU?
—Tenía 22 años cuando entré a trabajar en SAMU. Era una niña. Entré como becaria en prácticas a través de la Universidad de Sevilla. Carlos González de Escalada, hoy director general, me entrevistó. Me acuerdo de que me preguntó: “¿Eres proactiva?”. Y él mismo me dijo: “Vaya pregunta la mía, me vas a decir que sí, claro”. Y yo, “sí sí, claro”. Me pidió que le mandara en un email lo que yo podía aportar a la empresa y cuáles eran mis objetivos. Éramos cuatro candidatos para un mismo puesto. Al cabo de diez días, Carlos me llamó y me dijo literalmente: “Si sigues interesada, en este puesto es tuyo”. Era un puesto de gestora administrativa. Hice mil bases de datos y mailings ocupando aquella responsabilidad, además de llevar la gestión de la lavandería y de apoyar a Carlos González de Escalada en las labores de dirección de Desarrollo de SAMU. Estuve seis meses de becaria.

—¿Cómo fue el paso de becaria a personal contratado?
—Yo terminaba mis prácticas el 21 de septiembre y, hasta el último día en el último momento, Carlos González de Escalada no se sentó conmigo y me dijo: “Valme, no sé si te dará tiempo de hacer la gestión en la Universidad, pero vete que mañana empiezas a trabajar aquí”. Me tuvo en vilo hasta el último minuto.

—¿Se imaginaba entonces que iba a tener una trayectoria profesional de once años en SAMU?
—No me lo imaginaba, pero sí lo quería. Aquí estaba a gusto, me sentía en familia, apoyada.

—¿Por qué lo quería?
—Por la profesionalidad que había y por todas las posibilidades y el trabajo que había por hacer. Había muchas cosas que desarrollar, muchos frentes abiertos.

—¿Cómo ha evolucionado SAMU en estos once años?
—El cambio ha sido radical. Yo siempre digo que el crecimiento de SAMU en los últimos años ha sido explosivo, no exponencial. Cuando yo llegué solo había cinco o seis recursos abiertos y unos 150 trabajadores. Hoy hay más de 70 recursos y una plantilla de 2.000 trabajadores. De SAMU, admiro su valentía. No se para por nada. A SAMU no le arruga nada. Aquí se ama el trabajo.

—¿Ha habido algún proyecto que usted pensara que no saldría adelante?
—En 2018 vivimos un momento muy crítico a raíz de la crisis migratoria y la gran cantidad de menores no acompañados que llegaron a las costas andaluzas. En aquella época se produjo una explosión de centros de menores en SAMU. Nos llamaban de la Junta de Andalucía un día sí y otro también comunicándonos la llegada de nuevos menores y la necesidad de movilizar recursos para poder atenderlos. Abríamos recursos dirigidos a menas [menores extranjeros no acompañados] a un ritmo frenético. Esto ha sido lo más meritorio y lo más fascinante que he vivido yo en SAMU. Fue increíble.

—¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha vivido en SAMU?
—En 2012 hubo una crisis de liquidez importante. Estábamos en plena crisis económica y hubo despidos. Fue una situación muy desagradable. Yo era una joven de 24 años y tuve que comunicarle el despido a hombres con el doble de edad que yo y a compañeros a los que apreciaba mucho. Algunos no se tomaron bien que fuera yo la que les anunciara el despido y me lo hicieron saber con comentarios y actitudes fuera de lugar. Personalmente, fue un momento muy duro, quizás el más duro de mi carrera en SAMU. Muchos me seguían viendo como una niña. Lo pasé muy mal. Despedir a alguien siempre es muy difícil y siendo tan joven como lo era yo, más.
“Mejor pedir perdón que pedir permiso”

—¿Ha cambiado SAMU su personalidad?
—Sí, claramente. En SAMU he aprendido a tener la piel más dura y a resistir más. Aquí he crecido tanto personal como profesionalmente. Antes era de lágrima fácil y me agobiaba cuando tenía mucho trabajo. Recuerdo que, cuando estaba sola en Base 7, llamaba a Carlos González de Escalada, que estaba en la oficina de la Cartuja, y él no paraba de mandarme tareas y más tareas. Cuando le replicaba me decía: “¡No me contestes más!” y yo, “pero Carlos…”, y él insistía, “¡que no contestes!”. Para mí ahora eso es una anécdota divertida. Pero así también aprendí a resolver las cosas por mí misma. No me quedaba otra. Mejor pedir perdón que permiso.

—¿Qué le ha enseñado SAMU en todos estos años?
—En SAMU he aprendido todo lo que sé y lo que soy. Toda mi carrera profesional la he desarrollado aquí.

—¿Quiénes han sido sus principales apoyos?
—Carlos González de Escalada, sin duda. Todo lo que sé lo he aprendido de él. Su entereza, a sacar las castañas del fuego, a ser valiente y apostar. Él ha sido mi mentor. Y estoy muy agradecida del tiempo y el esfuerzo que me ha dedicado. Siempre pienso en lo afortunada que soy de tener su respaldo. Pero al mismo tiempo, en vez de relajarme, eso me impone más responsabilidad porque no puedo ni defraudarle ni fallarle.

—¿Hacia dónde va SAMU?
—SAMU quiere buscar y apostar por algunos proyectos privados, pero sin abandonar la estrategia seguida hasta ahora y fruto de la cual ha sido nuestro crecimiento. Vamos a continuar persiguiendo y mejorando los contratos con la Administración Pública como hasta ahora porque está más que demostrado que eso es lo que mejor sabemos hacer. Como decía hace un tiempo nuestro director general, SAMU es una entidad privada de servicio público.

—Antes ha mencionado lo que le ha enseñado y aportado SAMU, ¿y al revés, qué cree que le ha ofrecido usted a la organización?
—Lealtad y compromiso, sobre todo. También confianza y seguridad. Mi jefe y compañeros saben que a mí ‘no se me pasa nada’.