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Tratamiento de adicciones en la clínica de salud mental en Sevilla SAMU Wellness

La compleja relación entre las drogas y los trastornos mentales

Los datos estadísticos demuestran la alta tolerancia al consumo de sustancias psicoactivas, especialmente entre los jóvenes. Preguntamos a una experta de la clínica de salud mental de Sevilla SAMU Wellness qué vinculación tienen las drogas más comunes con la aparición de cuadros psicóticos o trastornos afectivos. 

 

Con demasiada frecuencia, los jóvenes consumidores desconocen los efectos que las drogas pueden tener sobre su salud mental. Los datos son claros: España es de los países europeos donde más se consume. Las drogas con mayor prevalencia de consumo son el alcohol (77,6%), el tabaco (40,2%) y los hipnosedantes (12,0%), seguidos del cannabis (9,5%) y la cocaína (2,0%), según el Informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, elaborado con datos de 2015.

El alcohol sigue siendo la sustancia psicoactiva más consumida. Con los datos de 2015, el 62,1% lo había consumido en los últimos 30 días y el 9,3% diariamente en los últimos 30 días. La prevalencia de consumo de alcohol mantiene una tendencia estable y en niveles altos desde la década de los noventa. Otro dato: el 16,8% de los españoles de 15 a 64 años se emborracharon en 2015.

La ingesta abusiva de alcohol es más frecuentes entre los hombres de 15 a 34 años, el grupo de edad con mayor prevalencia de consumo de la mayoría de las drogas. Los hombres consumen más que las mujeres, y esa diferencia se acentúa en el caso de la cocaína, donde la proporción de hombres triplica a la de las mujeres, y en el del cannabis, que registra una diferencia de casi 8 puntos porcentuales. El inicio más precoz se produce con el tabaco y las bebidas alcohólicas (17 años), seguido del cannabis (18 años). Así, el 17,1% de los jóvenes de entre 15 y 34 años admite haber consumido cannabis en el último año.

Efecto de las drogas sobre la salud mental

¿Hay desconocimiento de los efectos del consumo sobre la salud mental? Según la doctora Irene Pérez Zapico, psiquiatra de la clínica de salud mental SAMU Wellness, en Sevilla, la respuesta es sí. “Falta conciencia de los efectos en los adolescentes” explica, refiriéndose al consumo de cannabis, y antes de matizar que ese desconocimiento está condicionado frecuentemente por el nivel socioeconómico y cultural. Pérez habla desde la experiencia, puesto que percibe en sus consultas un consumo “extenso y normalizado” de cannabis entre los jóvenes y advierte que ese consumo interfiere con frecuencia con trastornos mentales.

“Todas las drogas pueden tener algún efecto sobre la salud mental”, advierte la psiquiatra, que concreta, pueden desencadenar un trastorno mental o agravar un trastorno preexistente. Con frecuencia, están asociadas a trastornos afectivos (depresión, ansiedad…) y, en casos más graves, a trastornos psicóticos. Sin embargo, los efectos son variables según cada droga. Le hemos preguntado por las tres más frecuentes en España:

  • Alcohol: Éste tiene unos riesgos orgánicos por todos conocidos. Suele usarse como vía de escape y tiene un efecto directo de desinhibición. Sin embargo, el efecto posterior es depresivo. “Si hay un cuadro depresivo de base y se tiende al consumo del alcohol para desconectar, lo que hacemos es agravarlo”. Si no existe ese cuadro previo, puede desencadenarlo.
  • Cannabis: “Muchos estudios muestran la relación entre trastornos mentales psicóticos con el consumo de cannabis”, comenta la psiquiatra. Este artículo (pincha aquí) compila gran parte de esos estudios. La investigación Relación entre consumo de drogas y predisposición a tener desórdenes del espectro esquizofrénico, de los profesores de la Universidad de Almería García Montes, Zaldívar Basurto, Moreno Montoya y Flores Cubos, concluye que “las personas que muestran un perfil de consumo de riesgo al  alcohol y al cannabis también presentan niveles (puntuaciones) mayores de esquizotipia” (el conjunto de características de la personalidad relacionadas con la esquizofrenia). Otro estudio concluye que la presencia de un determinado genotipo (ATK1) influye en el riesgo psicótico asociado al cannabis. Todos estos estudios corroboran la experiencia práctica de la doctora Pérez: “La mayoría de pacientes jóvenes que ingresan por trastornos psicóticos tiene un consumo de cannabis asociado”.

Sin embargo, la relación entre el consumo de cannabis y los trastornos psicóticos (particularmente, la esquizofrenia) ha sido objeto de un largo e inacabado debate. El matiz es: ¿El consumo desencadena el trastorno o lo que ocurre es que muchas personas psicóticas acuden al efecto ansiolítico del cannabis? “La causa-efecto no está demostrada”, comenta la experta de la clínica de salud mental de Sevilla SAMU Wellness. El consumo puede ser un también un desencadenante de que a largo plazo, un primer episodio psicótico evolucione hacia una esquizofrenia. No obstante, hay excepciones. “Es raro, pero hay personas muy susceptibles a los tóxicos que pueden presentar un episodio agudo o síntomas aislados, y que cuando se para el consumo desaparece”.

  • Cocaína: es un excitante que genera una adicción muy rápida. Incidir sobre el consumo y mantener la abstinencia es complicado, comenta la psiquiatra. “Por eso se relaciona a problemas de ansiedad y a cuadros depresivos“. También puede tener relación con patologías psicóticas.

Además del tipo de droga, la forma y regularidad del consumo influye en la afectación a la salud mental. “Si hablamos de cocaína, no es lo mismo un consumo de fin de semana asociado a alcohol y fiestas, que un consumo diario o habitual en una persona que lo usa como método de evasión y lo consume incluso en soledad”, explica la experta. En el caso del consumo de fin de semana hay que tener en cuenta la predisposición genética o biológica de desencadenar un trastorno mental. No obstante, Irene Pérez advierte: el consumo esporádico no elimina el riesgo de dependencia o de sufrir el síndrome de abstinencia y es, obviamente, la vía de entrada a un consumo regular y a la adicción.

¿Cómo funcionan las drogas en nuestro cerebro?

El sistema de recompensa, muy útil para nuestras funciones vitales, se basa en la segregación de una hormona, la dopamina. Las adicciones introducen una distorsión en ese sistema. La experta explica que hay personas “con tendencia a buscar la inmediatez de la satisfacción”. Pues bien, cuando existe una adicción el sistema de recompensa satisface de manera continua a la persona, que se siente bien y requiere más dopamina para mantener ese bienestar.

El problema es que la mayoría de las drogas actúan sobre áreas cerebrales alteradas en trastornos mentales. ¿Hay relación de causalidad? “En la práctica y es complicado establecer cuál es la causa de qué, sobre todo con un cuadro agudo”, comenta la especialista, que añade que la información que aporta la familia es clave. Para los pacientes puede ser difícil reconocer una adicción y un trastorno mental.

No hay que olvidar que el DSM-V (el último manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, validado por la OMS) recoge la propia intoxicación por sustancias y la abstinencia como un trastorno en sí mismo: un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental.

Tratamientos en la clínica de salud mental SAMU Wellness

Una vez diagnosticado el cuadro, ¿qué hacer? Aparte de los fármacos que generan un efecto adverso en caso de consumo, hay otros que inciden sobre el sistema de recompensa y pueden reducir el deseo. Pero además de los fármacos para el tratamiento de la adicción física, hay terapias individuales o grupales para abordar la dependencia psicológica.

En la clínica de salud mental SAMU Wellness el tratamiento se adapta a cada situación concreta y a la historia personal y familiar del paciente, individualizando las intervenciones. Si el episodio psicótico muestra un paciente fuera de la realidad se procederá al ingreso, siempre teniendo en cuenta el apoyo familiar. Una vez que se trata el episodio agudo y el tratamiento farmacológico permite una mejora, Irene Pérez comenta que “lo ideal es hacer algún tipo de psicoterapia” para mitigar y acabar con la dependencia psicológica.

SAMU Wellness dispone de un programa de hospital de día, muy útil para personas dependientes porque permite estructurar horarios, llevar la dinámica del día a día y alejarlas de contextos que pueden incitar al consumo. Hay una programación diaria de actividades, basada en talleres de terapias grupales, que cumplir con el objetivo de la clínica: funcionar como comunidad terapéutica.

Trastorno de conducta alimentaria TCA Sevilla SAMU Wellness

TCA (Trastorno de Conducta Alimentaria): ¿Qué son, cómo detectarlos y qué hacer si afectan a alguien cercano?

• De la mano de Paula Ormaetxe, psiquiatra de la clínica de salud mental SAMU Wellness, en Sevilla, te explicamos cómo enfrentarte a los Trastornos de Conducta Alimentaria, conocidos también como TCA, cada vez más comunes, como la anorexia nerviosa, la bulimia, la ortorexia, vigorexia o permarexia
• La población joven, en especial las mujeres, son el colectivo de mayor riesgo

 

Aunque la anorexia nerviosa y la bulimia son los más comunes, existe una amplia gama de trastornos de la conducta alimentaria (TCA), un tipo de enfermedades psiquiátricas que ha aumentado considerablemente en los últimos años, afectando especialmente a la población juvenil y a mujeres. Son enfermedades complejas y multicausales, con un rasgo común: el enfermo adopta unas pautas de alimentación alteradas ante la preocupación por su imagen externa. Esa conducta se convierte en un trastorno que puede generar consecuencias graves.

Un estudio de revisión de la Universidad de Málaga concluyó que las cifras de prevalencia en España oscilan en torno al 1-3% en población adolescente y joven de ambos sexos, y en torno al 4-5% en mujeres jóvenes y adolescentes. Otros estudios sobre la población de mayor riesgo (mujeres en la franja de edad de 12 a 21 años), concluyen que la anorexia nerviosa afecta a entre el 0,14% y el 0,9%; la bulimia nerviosa a entre el 0,41% y el 2,9%; y los trastornos no especificados a entre el 2,76% y el 5,3%. En total, las TCA afectan del 4,1% al 6,41% de las mujeres estudiadas. La proporción de mujeres afectadas respecto a hombres  es de 9 a 1.

 

La opinión de una profesional de TCA en Sevilla

Paula Ormaetxe, psiquiatra de la clínica de salud mental de Sevilla SAMU Wellness y experta en TCA y tratamientos TCA en Sevilla, confirma con su experiencia estos datos. Recibe en su consulta sobre todo a mujeres jóvenes. En el caso de la anorexia, chicas desde los catorce años; en la bulimia, más común, algo mayores. “Son enfermedades que casi siempre vienen asociadas a otro trastorno psiquiátrico: ansiedad, depresión, problemas familiares… Es cierto que el culto al cuerpo, la delgadez, la televisión y las revistas hacen mucho daño, pero en general el trastorno se asocia a otros problemas: baja autoestima, familias con altas exigencias o muy rígidas, traumas o enfermedades familiares”, explica. Por eso, es muy importante tratar el trastorno psiquiátrico asociado al trastorno alimenticio.

Según la asociación contra la anorexia y la bulimia hay una serie de factores genéticos, familiares y culturales que aumentan el riesgo de sufrir estas enfermedades. Entre otros, los siguientes:

  • Tener una baja autoestima, lo que facilita la insatisfacción y la distorsión de la imagen corporal;
  • Tender al perfeccionismo extremo o a la impulsividad desmesurada;
  • Adoptar modelos sociales que favorecen el culto a un cuerpo delgado;
  • Práctica de regímenes y dietas restrictivas;
  • Recibir comentarios críticos respecto al cuerpo por parte del entorno más próximo;
  • Práctica de determinadas modalidades deportivas.

Paula Ormaetxe explica que la bajada de peso puede producirse muy rápidamente, en un par de meses. La detección previa es difícil, porque la persona enferma suele esconder los síntomas: “Lo niegan. No creen estar enfermas, lo ocultan y hasta que no hay bajo peso o problemas graves la familia no se da cuenta”.

 

TCA: sus síntomas y cómo detectarlos

En este estudio, editado por la Fundación Imagen y Autoestima, se clasifican las señales de alerta en seis grupos. La asociación contra la anorexia y la bulimia estima que el 11% de los adolescentes en España presenta síntomas de riesgo. Maestros, profesores, monitores deportivos y de actividades de ocio, además de los profesionales médicos, tienen una posición privilegiada para detectar estos síntomas, vinculados a:

  • La alimentación: utilización injustificada de dietas restrictivas, preocupación constante por la alimentación, interés exagerado por dietas, tablas calóricas…, preferencia para no comer en compañía, sentimientos de culpabilidad por haber comido, conducta alimentaria extraña, levantarse de la mesa y encerrarse en el baño después de comer…
  • El peso: pérdida de peso injustificada, miedo y rechazo exagerado al sobrepeso, práctica del vómito autoinducido o del ayuno y utilización de laxantes o diuréticos con el objetivo de controlar el peso o perderlo.
  • El ciclo menstrual: retraso en la aparición de la primera regla o falta de menstruación.
  • La imagen corporal: percepción errónea de padecer obesidad, intentos de esconder el cuerpo utilizando ropa ancha.
  • El ejercicio físico: practicar ejercicio en exceso y utilizarlo para adelgazar.
  • El comportamiento y la conducta: insatisfacción con el propio cuerpo, estado depresivo o irritable y cambios de humor, tendencia al aislamiento, dificultades de concentración.

Evidentemente, la aparición de alguno de estos síntomas no indica per se que se esté sufriendo un TCA, pero la combinación de varios de ellos puede suponer un aviso. Lo importante es detectar el problema cuanto antes: “No es lo mismo actuar sobre los primeros síntomas, resolviendo el malestar, a que se cronifique y se convierta en forma de vida”. Sin embargo, la experta matiza: “Es importante que no todo nos alarme. Hay muchos adolescentes que llevan una dieta sana, y no quiere decir que tengamos un problema. Ante la duda, consultar al médico”. Ormaetxe es partidaria de trabajar más la prevención en los colegios y eliminar los anuncios sexistas y de culto al cuerpo.

 

Principales Trastornos de Conducta Alimentaria y sus causas

A continuación te explicamos los principales TCA, sus causas y cuáles son los mecanismos de prevención y alerta que puedes adoptar. También te explicaremos algunos trastornos menos frecuentes y muy vinculados a los hábitos de vida modernos, como la ortorexia, la vigorexia o la permarexia.

La anorexia nerviosa es una alteración de la alimentación relacionada con la distorsión de la imagen corporal. Las personas con anorexia creen que pesan demasiado pese a que su peso esté por debajo de lo normal. Los expertos suelen asociar la aparición de este trastorno a personas muy perfeccionistas y autoexigentes, inmaduros afectivamente y dependientes del entorno.

Como señalan Nilo Lambruschini y Rosaura Leis en un artículo para la Asociación Española de Pediatría, en su aparición intervienen factores genéticos, psicológicos, sociales, culturales, nutricionales, neuroquímicos y hormonales, que predisponen a sufrir la enfermedad. Hay una serie de factores ambientales cuya presencia ha crecido en los últimos años. Así, han cambiado los patrones dietéticos, los medios de comunicación influyen en la transmisión de unos cánones y estereotipos de belleza y éxito social (a su vez influidos por la industria alimentaria y la moda), se ha producido una urbanización progresiva y predominan cada vez más los estilos de vida sedentarios.

Los criterios médicos para establecer que se padece anorexia son los fijados por la Asociación Americana de Pediatría en 1994, recogidos en el llamado DSM-IV:

  • Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y la talla (pérdida de peso por debajo del 85% del esperado).
  • Miedo intenso a ganar peso o convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal.
  • Alteración de la percepción del peso o la silueta corporal, exageración de su importancia en la autoevaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal.
  • En las mujeres pospuberales, ausencia de al menos tres ciclos menstruales consecutivos, o presencia de menstruaciones únicamente con tratamiento.

La bulimia nerviosa se caracteriza por tres rasgos esenciales, según los criterios del DSM IV: episodios de pérdida de control de la conducta alimentaria (ingesta voraz o atracón, al menos dos semanales durante tres meses), presencia de conductas compensatorias para evitar el aumento normal de peso que provocan los atracones, (provocación de vómitos, uso de laxantes o diuréticos, ejercicio excesivo), y preocupación intensa y persistente por el peso y la figura con un miedo desmesurado a engordar.

El trastorno por atracón acaba de ser reconocido como trastorno y se caracteriza por los recurrentes episodios de ingesta compulsiva (al menos una vez a la semana durante tres meses). Presenta similitudes con la bulimia, aunque aquí el enfermo no realiza conductas compensatorias, como provocarse vómitos.

La ortorexia (del griego orthos –correcto- y orexia –alimentación-) es un trastorno descrito por primera vez en 1997. Se trata de un cuadro obsesivo-compulsivo caracterizado por la extremada apetencia y selección de alimentos considerados saludables, tal y como se describe en este artículo (Leer más). Este ritual conduce con frecuencia a una dieta restrictiva y un aislamiento social.

La ortorexia es la muestra de cómo una conducta en principio saludable puede derivar en un trastorno si se lleva al límite de la obsesión. De acuerdo con la Asociación Británica de Desórdenes Alimenticios, la ortorexia es “una obsesión no saludable por una alimentación que de otra forma sería saludable”. Reconocerla es complicado, porque no está formalmente reconocida como enfermedad y carece de diagnóstico clínico.

La vigorexia o dismorfia muscular es un trastorno obsesivo por el estado físico, en el que la persona adopta una visión distorsionada de sí misma viéndose débil, alterando sus pautas de alimentación. Fue descrita en los años 90 y está vinculada con frecuencia a otros trastornos de la conducta alimentaria y otros trastornos obsesivo-compulsivos.

La permarexia es otro trastorno no reconocido por la comunidad médica, y que describe la obsesión por la realización de dietas entre personas obsesionadas por el sobrepeso. Es un factor de riesgo que puede derivar en anorexia o bulimia nerviosas.

La potomanía se caracteriza por el deseo incontrolado de beber líquido aunque no se tenga sed. No dispone de un diagnóstico específico, por lo que se incluye en el cajón de sastre de los Trastornos de la Conducta Alimentaria no clasificados.

La pica sí está reconocida en el DSM V, y es un trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por el deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas, como tierra, tiza o papel. Hasta los 18-24 meses esta conducta es habitual, pero a partir de esa edad se convierte en un trastorno. Su prevalencia es mayor entre niños y mujeres embarazadas.