Clínica de salud mental SAMU Wellness

SAMU Wellness: Una mano tendida a los incomprendidos

En su afán por ayudar y asistir a las personas que más lo necesitan, SAMU, con el Dr. Carlos Álvarez Leiva a la cabeza, dio un paso más en su diversificación y en el verano de 2017 abrió su primera clínica de salud mental, SAMU Wellness, en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla), con un equipo interdisciplinar que ha crecido de forma notable entre psiquiatras, psicólogos, médicos generalistas, enfermeros especializados en salud mental, fisioterapeutas, nutricionistas y un equipo asistencial formado por auxiliares y celadores.

“El tratamiento de la enfermedad mental es global e integrador. No podemos abordar la curación de una persona enferma sin atender también sus circunstancias vitales, su biografía, su interrelación social y, por supuesto, su biología. Esto requiere a múltiples profesionales, cada uno especializado en un campo de la terapéutica, para así abordar la alteración biopsicosocial del paciente”, apuntan desde la dirección de la clínica. “Nosotros trabajamos bajo el concepto de comunidad terapéutica. Todos los elementos personales, materiales, normativos y estructurales del centro que rodean al paciente son concebidos como agentes terapéuticos e intervienen en el desarrollo psicológico del paciente. SAMU Wellness no es un hospital psiquiátrico ni una residencia mental al uso basada en tratamientos individualizados. El propio centro es el principal instrumento terapéutico para el paciente”.

Las patologías que se tratan en esta clínica son muy diversas, desde el trastorno bipolar o esquizofrenia hasta el trastorno límite de personalidad, pasando por desintoxicaciones por consumo de alcohol y droga, episodios psicóticos, trastorno adaptativo con síntomas ansioso depresivos o pacientes con trastorno de conducta alimentaria, entre otros. “Uno de los problemas que tiene hoy la sociedad es el de las adicciones, por lo que atendemos a muchas personas con adicciones o patología dual, que sufren una adicción y un trastorno mental”, explica Clara Buzón, subdirectora de SAMU Wellness.

La evolución de la clínica en estos años ha sido muy notable. Desde que el centro abrió en 2017 hasta finales de 2020, se han realizado 4.506 atenciones y se les ha dado el alta a 696 pacientes. Durante el periodo 2017-2018, se atendió a 1.062 pacientes, con una media de 88,5 usuarios al mes. En 2020, se atendieron a 1.797 personas, lo que supone un promedio mensual de unas 150 personas.

Las instalaciones del centro también han crecido con los años en función de la demanda y las necesidades de los pacientes. “Empezamos con tres pacientes y ahora podemos llegar a tener unos 20 pacientes hospitalizados, además de los pacientes de las consultas externas y los del Hospital de Día. Hemos creado espacios al aire libre para que hagan deporte y salas audiovisuales. No queremos que se sientan encerrados. Esto no es un hospital psiquiátrico común”, aclara Clara Buzón.

Además del edificio central y el Hospital de Día, SAMU Wellness cuenta con un apartamento independiente. Aquí viven los pacientes que, tras un ingreso hospitalario, ya pueden dar un paso más en su recuperación pero que aún no están preparados para volver a casa. “Muchas de estas personas, debido al deterioro que han sufrido a causa de su enfermedad, han dejado de lado su higiene personal, no son capaces de autogestionarse la comida y otros aspectos del día a día. Aquí les ponemos unas metas y trabajamos con ellos para que se conviertan en personas autónomas. También contamos con un hogar con seis plazas. Tienen supervisión del personal pero prácticamente viven solos. Se lavan su ropa, hacen la compra, cocinan… Éste es el paso previo a volver a su domicilio, y pueden permanecer aquí el tiempo que necesiten hasta que se sientan autónomos para vivir solos”, continúa la subdirectora de la clínica.

En 2019, gracias a su experiencia en SAMU Wellness, Fundación SAMU decidió abrir un segundo recurso de salud mental en Santa Cruz de Tenerife. Hogar San Lázaro surgió de una llamada de emergencia. El Diputado del Común (equivalente en Canarias al Defensor del Pueblo) pidió a SAMU que se hiciera cargo del centro, que la anterior gestora iba a abandonar. Se trata de un recurso para personas con discapacidad intelectual y/o trastorno mental de grado 1 y 2, con capacidad para 18 usuarios. SAMU respondió y acondicionó el centro, que estaba muy deteriorado, y en noviembre de 2019 estaba listo para recibir a los usuarios aplicando los estándares de calidad y bienestar que caracterizan SAMU Wellness.

“Este tipo de usuarios suelen ingresar en contra de su voluntad, porque las familias han tomado la decisión, y ellos sienten que están controlando su vida”, cuentan desde la dirección del Hogar. Pero eso va cambiando: “El periodo de adaptación suele ser un mes. Entonces comprueban que están bien y tienen libertad, que salen y se fomentan sus gustos. Ven que tienen el apoyo de compañeros, con los que se sienten identificados”. Y entonces comprenden que han llegado a un verdadero hogar. “Ahora todos los que viven aquí quieren seguir”. Eso significa que se está cumpliendo el objetivo.

Usuarios de la Residencia San Sebastián de Fundación SAMU

Un punto de inflexión en sus vidas

Las distintas áreas de trabajo de SAMU coinciden en un objetivo final: ayudar a las personas. Desde traslado de críticos a menores o SAMU Wellness, el equipo de SAMU ha cambiado la vida de cientos de personas. En las próximas líneas rescatamos algunas de estas historias.

Una odisea de 155 kilómetros hacia la vida

Con el objetivo de salvar la vida a una niña de tan solo 20 meses, efectivos de la Guardia Civil y de cuerpos sanitarios, entre los que figuraba SAMU Málaga, llevaron a cabo en la primavera de 2017 una misión extraordinaria cuyos protagonistas difícilmente olvidarán. Consistió en el traslado de la pequeña desde el Hospital Materno de Málaga hasta el Hospital Reina Sofía de Córdoba en una situación crítica, que requirió la máxima coordinación, un despliegue logístico con muy pocos precedentes en el traslado de críticos, y el mejor desempeño de todas las personas implicadas para dar una oportunidad a una vida que tan solo comenzaba.

La pequeña estaba ingresada en el Hospital Materno de Málaga pendiente de unos estudios que debían determinar si necesitaba un trasplante cardíaco. En ese trance, sin embargo, su situación empeoró y pasó a la UCI. Allí tuvo que ser conectada a un complejo sistema capaz de mantenerla con vida sustituyendo sus funciones vitales (ECMO, Oxigenación por Membrana Extracorpórea), pero este equipo solo podía ser útil para la paciente durante unos días.

La niña requería su traslado urgente al Hospital Reina Sofía de Córdoba: primero, porque necesitaba un trasplante cardíaco que sólo se realiza en este centro; y, segundo, porque en el Reina Sofía disponían de otro equipo ECMO más sofisticado al que la pequeña podría estar conectada durante más tiempo, mientras esperaba la llegada de un donante compatible.

Las circunstancias eran cualquier cosa menos rutinarias. El ECMO debía instalarse en una UVI Móvil, un procedimiento para el que no existía manual, que nunca se había realizado en Andalucía y que en España sólo había uno o dos antecedentes. Además, el traslado debía realizarse sin ningún parón, frenazo o contratiempo durante los 155 kilómetros del trayecto.

La responsabilidad logística recayó en el Técnico en Emergencias Sanitarias de SAMU Málaga Francisco Guerrero, especializado en traslado de pacientes críticos, que actuó con el apoyo de dos de sus compañeros, Miguel Ángel Maisanaba (TES) y Tatiana Mérida (enfermera). “Nunca lo olvidaré. Ha sido mi mayor reto profesional y una responsabilidad enorme”, explica Francisco Guerrero.

El TES de Málaga se reunió en el Materno con el equipo de la UCIP (Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos). “Estuvimos cinco horas reunidos intensivistas, perfusionistas, enfermeros de UCIP y un cirujano cardiovascular para estudiar si era posible realizar un traslado con ECMO en una ambulancia. Desmontamos otro ECMO que tenían allí similar al que estaba conectado la niña y vimos dónde y cómo podíamos transformar la UVI para que todo se acoplara y para que su funcionamiento no se viera afectado en ningún momento durante el traslado”, relata.

Equipo de críticos de SAMU Málaga

Equipo de críticos de SAMU Málaga

La problemática se acrecentaba porque todo el material electromédico debía estar conectado a la red eléctrica y ésta debía mantener el abastecimiento de energía durante el trayecto: “consola de la ECMO, calentador, filtros, alrededor de 15 bombas de perfusión, respirador, monitores y un largo etcétera”, enumera el especialista de SAMU Málaga. “Me vi rodeado de grandes profesionales a los que tenía que explicar cómo actuar en mi ámbito, una UVI Móvil, algo que desconocían”.

Además de la UVI Móvil titular, se movilizó una segunda por si la primera sufría problemas eléctricos. El dispositivo se replicó en esta segunda, en la que también se cargó el soporte físico de la ECMO después de que el equipo desmontara “hasta todo lo desmontable” para mantener el soporte de la pequeña. “No podía salir bien, tenía que salir perfecto. No había lugar para el error”. En la UVI que transportaba a la niña estaban operativos dos intensivistas, una enfermera de UCIP, un perfusionista controlando la ECMO, y la enfermera de SAMU Tatiana Mérida y el propio Guerrero. En la otra unidad, otra enfermera de UCIP y un cirujano cardiovascular preparado para actuar en caso de urgencia. Además, participó el 061 Málaga a cargo de un VIR (Vehículo de Intervención Rápida) con un técnico, un enfermero y un médico.

A las 8:00 del 31 de mayo comenzó la operación en el Materno, con salida de los vehículos a las 11:00 y llegada al Reina Sofía alrededor de las 13:00 horas.

Desde Málaga, dos motos de la Guardia Civil abrieron paso a la comitiva a fin de garantizar que el transporte no sufriera ningún tipo de interrupción ni percance, y, ya en la provincia de Córdoba, dieron el relevo a un vehículo de la propia Benemérita que llevó a los sanitarios hasta la misma puerta del hospital cordobés.

En total, fueron 155 kilómetros en unas dos horas de máxima tensión que acabaron en éxito gracias a la coordinación de todos los implicados. Para la pequeña, fue un paso más, impulsado por más de treinta especialistas de los servicios sanitarios y de seguridad, en su particular carrera hacia la vida.

Juan Carlos Moreno: “Mi gran logro es haber podido sacar todo lo malo que tenía desde hace años en mi interior”

Juan Carlos Moreno ingresó en la clínica de salud mental SAMU Wellness en el verano de 2020 tras pasar el confinamiento de marzo por la pandemia de Covid-19 en un centro especializado en el tratamiento de adicciones de Sevilla. La suya es una historia de superación personal, con el apoyo de la familia de SAMU Wellness. Recuerda que comenzó a salir con sus amigos de noche a los 17 años y, en torno a los 24, comenzaron sus problemas de adicción, no solo de alcohol, sino también de drogas más duras. Él mismo se define como un consumidor social, aunque admite que el nivel de consumo de alcohol y drogas era mayor al de sus compañeros.

“Nunca he consumido todos los días de forma compulsiva, era más bien un consumidor social, pero reconozco que no controlaba la situación”, admite Juan Carlos Moreno, madrileño que hoy tiene 39 años y ha pasado por numerosos centros de desintoxicación. “El estrés, la ansiedad y la frustración me hacían consumir y buscar la evasión a través de estas sustancias. Empezaba con unas cervezas, hasta que se me iba de las manos y mezclaba el alcohol con cocaína”.

Juan Carlos Moreno

Juan Carlos Moreno

Hasta que llegó a la clínica de salud mental SAMU Wellness en julio de 2020, Juan Carlos siempre había recibido terapia para superar sus adicciones pero sin profundizar en el fondo del problema, sin realizar un abordaje integral a su situación. “Yo necesitaba apoyo psicológico, no solo terapia de grupo. Estaba cansado ya de las terapias de grupo, y solo hacía recaer una y otra vez”, reconoce.

Juan Carlos pasó el confinamiento de primavera en un centro de adicciones de Sevilla. Allí conoció a una mujer sumida en una profunda depresión. “No se movía, no interactuaba. Estaba muerta en vida. La trasladaron a SAMU Wellness y cuando volvió tres semanas después era otra persona. Era feliz. Me miró y me dijo: ‘Eso es lo que tú necesitas’. Yo no la escuché, no le hice caso. Me fui a Madrid y volví a consumir”, cuenta el madrileño. “Toqué fondo y fue entonces cuando le pedí a mi compañera que me pusiera en contacto con el equipo de SAMU”.

Juan Carlos ha pasado seis meses en las instalaciones de la clínica en diferente régimen, desde un ingreso hospitalario hasta la convivencia con un compañero en una casa de SAMU, pasando por el Hospital de Día. “En SAMU han ido más allá de mis problemas con las adicciones. Han ido al origen del problema y han realizado un trabajo integral. No han tratado mis adicciones como un problema aislado sino vinculado a otro problema que me diagnosticaron ya de adulto, el TDH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)”, explica Juan Carlos Moreno.

“De pequeño, mi familia y mis profesores siempre me consideraron un niño malo e inquieto. Estudiaba en el último minuto y tenía problemas de concentración. Nunca se me dieron bien las Ciencias. Tuve muchos profesores particulares pero cuando llegaba el examen, no era capaz de entender qué me pedían y suspendía. La rabia y la frustración era enorme. Mi familia nunca me apoyó y siempre me han considerado una bala perdida”, relata el joven.

“En SAMU Wellness he logrado soltar todo lo que tenía dentro y me hacía tanto mal. He podido superar el duelo de mi madre. Mi madre murió sin verme bien y eso me ha provocado mucho sentimiento de culpa durante muchos años. He podido hablar de toda mi mierda y me han ayudado a gestionar mis emociones y a controlar mis impulsos”.

Juan Carlos tiene planes de futuro en Sevilla, donde quiere formarse para ayudar a otras personas en una situación similar a la suya. “No quiero volver a Madrid, aunque mi familia esté allí, creo que en estos momentos puede ser perjudicial para mí y para mi evolución. Ahora me encuentro muy bien. Si yo me encuentro bien a nivel psicológico, no tengo necesidad de consumir”.

Juan Carlos Moreno lleva ya casi un año sin consumir, pero, como él mismo asegura, el verdadero logro no es ése, sino haber podido sacar todo lo malo que llevaba años en su interior, ser capaz de afrontar con autonomía sus problemas del día a día y decidir por si mismo no volver a Madrid porque no le va a hacer ningún bien. “Ese es mi gran logro”.

Ismael Kone: “Cuando veo chicos deprimidos, les enseño fotos mías de cuando llegué a España y les cuento cómo es posible salir adelante”

Bounama Sarr e Ismael Kone forman parte de la plantilla del centro de Recepción de Menores Extranjeros no Acompañados (Recep) del Campo de Gibraltar y del Centro Extranjero de Primera Acogida (CEPA) de Pelayo (Algeciras), ambos gestionados por Fundación SAMU. Aquí atienden y ayudan diariamente a los menores inmigrantes que cruzan en patera el Estrecho de Gibraltar en busca de un futuro mejor. Actúan de mediadores, ya que ambos conocen a la perfección qué piensan y qué sienten estos chicos. Hace no mucho tiempo ellos atravesaron la misma situación como jóvenes migrantes.

Hoy han conseguido salir adelante bajo la tutela de SAMU y un extraordinario espíritu de superación.

Ambos jóvenes, hoy amigos, se marcharon de su casa cuando apenas tenían 16 años. Sarr, como todo el mundo conoce a Bounama Sarr, es natural de Senegal. Gracias a los ahorros de su padre, pudo viajar en coche hasta Mauritania y luego en avión hasta Marruecos, donde estuvo ocho meses trabajando como albañil y en un mercado, entre otras cosas, hasta que logró cruzar a España. “Intenté cruzar a España hasta en 14 ocasiones, pero siempre me pillaban. Sufrí mucho, me maltrataron. Nunca me imaginé que viviría cosas así”, reconoce el joven.

Bounama Sarr e Ismael Kone, junto a Nicolás Torres.

Bounama Sarr e Ismael Kone, junto a Nicolás Torres.

La última vez que intentó cruzar, en marzo de 2018, hacía muy mal tiempo. Era de noche y la tempestad casi hunde la embarcación en la que viajaba. “Nos salvamos gracias a la ayuda de Dios. Estábamos más muertos que vivos”, relata Sarr, aunque no todos sus compañeros sobrevivieron. “Había dos pateras con once personas cada una, y, a los cinco minutos de partir, la embarcación en la que iba yo se pinchó. Nadé como pude hasta la otra embarcación. Pasé mucho miedo. Estaba lloviendo. Mi único objetivo era sobrevivir”. Sarr logró alcanzar la segunda patera, ya de por sí sobrecargada. Sólo él lo consiguió.

Ismael no tuvo mucha mejor suerte. Natural de Boundiali, en Costa de Marfil, el joven llegó a San Fernando el 28 de octubre de 2017, con 16 años. “El viaje no fue fácil porque tuve que pasar por diversos países como Mali, Argelia y Marruecos. No tenía dinero y estaba solo frente a mi destino, joven, asustado y preocupado por mi familia. No tuve tiempo de explicarle a mi madre que pretendía viajar a Europa, ni ganas de decírselo porque me preocupaba su salud y la de mi padre”, confiesa Ismael.

Ambos jóvenes decidieron emigrar para encontrar un trabajo digno y poder ayudar económicamente a sus familias. La hermana de Sarr ya había hecho el mismo camino antes que él y actualmente vive en Mallorca. “España es la puerta de Europa, de ahí que fuese mi destino”, explica Ismael. “Cuando vivía en Senegal, veía vídeos de España. Me gustaba mucho aunque no entendía nada de lo que decían los vídeos. El sueño de mis amigos era ir a Francia, pero yo tenía claro que prefería España”, añade Sarr.

Ismael reconoce que lo que más le llamó la atención cuando llegó a nuestro país fueron las infraestructuras, como los edificios y las carreteras, pero también ver a tantas personas diferentes. “Lo que más me sorprendió fue ver a tantas personas blancas, les miraba y ellos me miraban con incredulidad. No podía creer que estuviera en Europa”. A Sarr, sin embargo, le llamó la atención “el racismo” que sufrió. “No me lo esperaba. Me trataron mal y me sorprendió mucho encontrarme con ese rechazo inesperado”.

Ambos jóvenes fueron derivados a diferentes recursos para menas (Menores Extranjeros no Acompañados). Ismael pasó por el Centro de Menores Juan Ramón Jiménez en Huelva, la UATE Arcos en Arcos de la Frontera y el ARB El Bosque en Algeciras (los dos últimos de SAMU); mientras que Sarr estuvo en los recursos que SAMU tiene en Jimena de la Frontera y Pelayo, ambos en la provincia de Cádiz.

Todo lo que soy lo aprendí en SAMU. Gracias a SAMU he podido aprender el idioma, la cultura española, he estudiado. Me han ayudado muchísimo. Han cubierto todas mis necesidades. Juan Rodrigo Gil, antiguo director del UATE de Jimena de la Frontera, ha sido un padre para mí. Me quería demasiado y yo no sabía por qué. Él siempre me decía, ‘Sarr, tú tranquilo. Sigue trabajando duro como hasta ahora y llegarás lejos. Tienes mucho futuro en SAMU”.

Ismael también tiene palabras de agradecimiento para sus educadores. “En SAMU he aprendido a tener una disciplina, el idioma, la cultura española y las posibilidades que se me brindaba a la hora de legalizar mi situación en España y poder adentrarme en el mercado laboral. SAMU me ha ayudado mucho a la hora de la integración, tanto social como laboral. También he conocido a muchas personas con las que sé que puedo contar a lo largo de mi vida”, destaca el joven marfileño.

“La persona que más me ha ayudado ha sido Laura Rodríguez, ex directora de la UATE Arcos. También Palma Díaz como directora de El Bosque y, por último, Karen Gil, directora del centro donde trabajo en la actualidad. Todas ellas han confiado en mí cuando era menor y ahora como trabajador”.

Al cumplir la mayoría de edad, tanto Sarr como Ismael decidieron ayudar a otros jóvenes en la misma situación que ellos.

“Después de toda la experiencia que viví durante mi estancia en centros de menores creo que puedo ayudar a otros chicos a entender el funcionamiento de un recurso de estas características. También, a través de mi ejemplo, pueden ver cómo uno puede cambiar de vida si tienes un buen comportamiento, si tienes actitud y objetivos. La empatía que puedo llegar a tener con los chicos es más fuerte que otros trabajadores que no han pasado por la situación de tener que emigrar de su país y en las mismas circunstancias que las mías”, explica Ismael Kone, que reconoce que lo que más le gusta de su trabajo es “poder ayudar a los menores en su evolución desde su llegada hasta la salida del centro donde trabajo”.

La voz de la experiencia

“Cuando llegan al centro, les hablo un poco de mi pasado, de cómo era antes de llegar al centro y de mi estancia en él. Les cuento que llegué como ellos, sin nada, y que, en la actualidad, lo que tengo es gracias a SAMU. El idioma, el trabajo, la documentación… Les hablo de todo lo que he conseguido”, explica Ismael. Su compañero Sarr también utiliza la misma metodología. “Cuando veo a los chicos deprimidos, tristes o perdidos, les enseño fotos mías de cuando llegué y les cuento mi evolución hasta ahora y cómo es posible salir adelante”.

Recientemente, ambos jóvenes estuvieron un mes trabajando en Las Palmas de Gran Canarias como refuerzo en los recursos de SAMU ante la llegada masiva de inmigrantes en 2020, muchos de ellos menores de edad. “Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de menores que llegaron a la isla”, apunta Ismael. “Los niños llegaban muy asustados, sobre todo los menores procedentes del Sáhara por los conflictos que se están generando en su tierra. Los menores que proceden de países como Mali también están muy asustados por temas bélicos y terroristas”.

Tanto Sarr como Ismael han logrado regularizar su situación en España y, de momento, no se plantean marcharse del país, aunque no descartan nada. “En la actualidad estoy bien en España pero no descarto viajar a otros países si el destino me lleva a ello. Después de todo lo vivido, ahora estoy centrado en el día a día, vivo el momento. Hoy estoy trabajando para SAMU pero no sé que me puede deparar el futuro. No pienso a largo plazo, pero si me gustaría poder seguir ayudando a los chicos que llegan a España y también me gustaría tener mi propia familia en un futuro, así como un negocio en mi país”, apunta Ismael. Sarr también se muestra muy satisfecho con su trabajo actual, que le está permitiendo pagar los estudios a sus hermanos menores que viven en Senegal para que no tengan que verse obligados a emigrar como él.

Pepi Soult: “Ahora estoy feliz de sentirme útil. Mis hijos están locos de contentos”

Hace más de 20 años que Pepi Soult, natural de Dos Hermanas (Sevilla), venía arrastrando una depresión que condicionaba su vida hasta el extremo. Todo comenzó pocos años después de su divorcio, tras el que ella se quedó a cargo de sus dos hijos menores de edad. En este tiempo, acudió a varios profesionales, pero no lograba superar su situación. La crisis sanitaria del coronavirus y el confinamiento empeoraron su estado hasta que, en septiembre de 2020, decidió ingresar voluntariamente en la clínica SAMU Wellness.

Estaba muerta en vida. Una depresión es algo muy duro. Era una viejecita senil, sin ganas de nada. Sinceramente, me quería morir. No entendía por qué no podía volver a ser la persona que era antes”, relata esta mujer de 65 años. “Yo iba al psiquiatra dos veces al año, pero lo único que hacía era ajustarme el tratamiento, nada más. La pasada primavera lo pasé fatal a causa del Covid-19. Tenía miedo a salir de casa, me daba pánico. La situación se volvió verdaderamente insostenible”.

A finales de septiembre, apoyada por su familia, Pepi Soult ingresó en la clínica de salud mental SAMU Wellness, donde estuvo un mes. Después pasó al Hospital de Día. “Estoy muy contenta de haber venido. El personal es excepcional y el trato con los pacientes es extraordinario. Estoy muy contenta, sobre todo con mi psiquiatra, Gabriela”, cuenta la mujer. “Ahora hago ejercicio físico una hora al día, cocino para nueve personas, me mantengo ocupada. Me siento súper feliz de sentirme útil. Mis hijos están locos de contentos. Ahora, incluso, los veo más que antes. Mi vida ha cambiado”.

Pepi Soult, antigua paciente de SAMU Wellness

Pepi Soult, antigua paciente de SAMU Wellness

Fernando González, Triana: “El personal se desvive por nosotros”

El 19 de enero, Fernando González, más conocido como Triana, dijo adiós a la Residencia San Sebastián tras casi once años. Sus compañeros y los trabajadores del centro se despidieron de él con una gran fiesta en el jardín de la residencia de Cantillana. “SAMU me ha dado la vida. Se lo debo todo. Soy otra persona”, reconoce Triana meses después de su marcha.

Fernando González, natural de Sevilla, ingresó en la Residencia San Sebastián en mayo de 2010. Tenía 32 años. “Yo llevaba muy mala vida. Bebía, me drogaba, incluso tenía problemas judiciales. Mis malos hábitos me ocasionaron muchos problemas con mi familia y mi salud empeoró. Tengo una discapacidad intelectual permanente del 65%”, explica Triana, que ha vuelto a vivir con su madre después de su paso por la Residencia San Sebastián.

“Al principio, me costó mucho adaptarme a la vida en la residencia. No quería estar allí, pero nunca di problemas. Formé parte de la compañía de teatro Idilio Escénico. Mi único propósito era mejorar y salir de allí, recuperar mi vida”.

Triana tiene palabras de agradecimiento para toda la plantilla de San Sebastián, pero en especial para el celador Fran Jiménez, la educadora Estela Garrido y para Alba Garrido, responsable de la compañía de teatro del centro. “Fran Jiménez es un monstruo, es todo corazón. Y Estela me ha dado la vida. Ella ha sido mi educadora. Me ha cuidado, me ha guiado y me ha llevado por el buen camino”.

También guarda un gran recuerdo de algunos de sus compañeros, entre ellos Chiquito, que falleció en 2020. “Era mi socio. Lo hacíamos todo juntos. Éramos una piña”, recuerda. “También echo mucho de menos a Manoli Márquez. Nos hemos ayudado mucho mutuamente. Yo me apoyaba mucho en ella y le daba consejos cuando ella hacía algo que estaba mal”.

Durante su estancia en la Residencia San Sebastián, Triana logró sacarse el título de la ESO. “SAMU me ha dado la vida. Se me saltan las lágrimas cada vez que hablo de la Fundación. El personal se desvive por nosotros. Me lo han dado todo, Soy otra persona. Mi familia está feliz. Ahora vivo con mi madre y le ayudo mucho”.

Triana reconoce que le gustaría seguir vinculado a Fundación SAMU o trabajar como voluntario. Actualmente busca empleo y pronto comenzará una formación que le permitirá realizar prácticas remuneradas a través de la Asociación Paz y Bien.

Día Mundial para la Prevención del Suicidio

10 de Septiembre: Día Mundial para la Prevención del Suicidio

En España se suicidan 10 personas al día, una cada dos horas y media. Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística, en 2019, sólo en España murieron 3.671 personas por suicidio, de las cuales 2.771 eran hombres y 900, mujeres. A nivel mundial, la OMS calcula que cerca de 800.000 personas se suicidan al año. Estas cifras no contemplan los intentos de suicidio, cuyos datos son desconocidos pero se presupone un número mucho mayor, ya que por cada suicidio consumado hay múltiples tentativas de suicidio, siendo el intento de suicidio no consumado el factor de riesgo individual más importante.

El suicidio no solo afecta a la persona que comete el acto, sino a todo su entorno, por lo que el número de afectados por el problema se multiplica. Los supervivientes del suicidio, nombre que se les da a familiares y amigos afectados, sufren uno de los duelos más complejos en los que en la mayoría de las ocasiones es necesaria la ayuda profesional.

Teniendo en cuenta la alta prevalencia de este problema de salud pública, cabría esperar una estrategia a nivel nacional para su prevención, pero esa no es la realidad. Aunque existen algunos programas a nivel autonómico, España carece de una estrategia nacional para la prevención del suicidio, como sí existen para otras problemáticas sociales como los accidentes de tráfico, violencia de género o consumo de sustancias.

Para educar en la prevención del suicidio, la OMS ha elaborado una guía llamada Live Life (Vive la vida) en la que se mencionan como herramientas de prevención la difusión de información a través de los medios de comunicación de forma responsable, el desarrollo de aptitudes socioemocionales en la población y la restricción del acceso a los medios utilizados para suicidarse. Es fundamental la detección a tiempo, la evaluación, el tratamiento y el seguimiento de las personas que muestren este tipo de conductas.

Debido al estigma que rodea al suicidio, encontramos una serie de falsos mitos que las personas tienen y que refuerzan que no se hable de ello. Algunos de los principales serían los siguientes:

  • “Hablar del suicidio puede incitar a que alguien lo haga”: Esto es falso porque está demostrado que preguntar y hablar con la persona con intención suicida acerca de ello disminuye el riesgo de cometer el acto. La persona se siente escuchada y no juzgada, lo que facilita la expresión emocional y apertura a recibir ayuda.
  • “El que dice que se va a suicidar, nunca lo hace” y, viceversa, “el que lo hace, no avisa”: Esto es completamente falso, la mayoría de personas que consuman el suicidio previamente expresaron su intención a través de indicadores verbales o no verbales.
  • “Todo el que se suicida está deprimido”: Falso. El suicidio es multicausal, es decir, no depende exclusivamente de una variable.

Por último, nos gustaría dar a conocer algunas señales de alarma que en caso de observar, es primordial buscar ayuda:

  • Señales de alarma verbales: Comentarios o verbalizaciones negativas sobre sí mismo o sobre su vida, sobre su futuro, relacionadas con el acto suicida o la muerte, y despedidas verbales o escritas. Ejemplo de ello serían comentarios del tipo: “no valgo para nada”, “mi vida no tiene sentido“, “estoy cansado de luchar”, “las cosas no van a mejorar nunca” o “me gustaría desaparecer”.
  • Señales de alarma no verbales: Cambios repentinos en su conducta, tanto como aumento de la actividad (irritabilidad, ingesta alcohólica) como descenso de la misma (periodo de calma tras periodo de gran agitación). Otras conductas serían alteración del sueño, regalar objetos muy personales, preciados y queridos, cerrar asuntos pendientes, o preparar documentos para cuando uno no esté.

En caso de tener este tipo de pensamientos, comentarios o conductas (o de conocer a alguien que los tenga), es necesario hablar sobre ello y buscar ayuda de profesionales capacitados.

Debido a la importancia de este artículo, y con motivo del día mundial por la Prevención del Suicidio, el día 10 de septiembre, la clínica de salud SAMU Wellness, en colaboración con el Ayuntamiento de Dos Hermanas (Sevilla), celebrará el I Encuentro para la Prevención del Suicidio, un encuentro entre pacientes, profesionales y toda persona que esté interesada en el Parque de los Pinos. Se realizarán talleres de concienciación y un concierto donde actuará el cantante Manuel Muñoz. El suicidio se puede prevenir, pero para ello hay que actuar.

 

Autores: Marta Guillem Moreno, Inés Solís Fernández de Loaysa y Gema Solís Durán, psicólogas en prácticas del Máster en Psicología General Sanitaria; y el equipo de Psicología de SAMU Wellness (Roberto Alconada Padilla, Eva Fernández López y Lucía Lara Valenzuela).

Clara Buzón, subdirectora de SAMU Wellness

Clara Buzón, subdirectora de SAMU Wellness: “Aquí he aprendido a gestionar mis emociones”

Clara Buzón (1991, Trigueros, Huelva) ostenta desde final de 2019 el cargo de subdirectora de la clínica de salud mental SAMU Wellness, centro al que entró como enfermera dos años antes. Exalumna de Escuela SAMU, ha formado parte del equipo de mando de diferentes dispositivos de SAMU durante la crisis del coronavirus.

—¿Cuál fue su primer contacto con SAMU?
—En 2015 entré como alumna de Escuela SAMU, donde hice el Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria. Lo hice porque me gustaban mucho las emergencias y las urgencias y, buscando cursos, el de SAMU era el mejor. No me equivoqué. Cuando terminé el máster, estuve trabajando fuera de SAMU hasta que en octubre de 2017 hubo una vacante de enfermería en la clínica de salud mental SAMU Wellness y me llamaron.

—¿Había trabajado con anterioridad en el campo de la salud mental?
—No. De hecho, cuando envié mi currículo para trabajar en SAMU Wellness fue, en primer lugar, porque me gustaba la manera de trabajar de SAMU y, por otro lado, porque me llamaba la atención la salud mental. Por lo general, ésta es una especialidad a la que el personal de enfermería, y los sanitarios en general, le tienen mucho respeto, incluso miedo, por todo lo que nos dice la televisión y el cine, que muestran a personas agresivas, y nada más lejos de la realidad. Las personas con problemas de salud mental son muy vulnerables y están muy estigmatizadas por la sociedad. Son personas como tú y como yo, simplemente necesitan un apoyo emocional, que les guíen y les ayuden a cambiar sus vidas.

—¿Qué le ha aportado a nivel profesional y personal trabajar en SAMU Wellness?
—Empezar a trabajar en SAMU Wellness me cambió la vida, ya que antes trabajaba en diferentes sitios y sin estabilidad. Ahora trabajo en un sitio que me gusta, donde me siento útil y en el que cada día aprendo cosas de los pacientes y de los profesionales que me acompañan. A nivel personal también he aprendido muchas cosas, como por ejemplo a gestionar las emociones. Esto es algo que explico a mis pacientes y que yo también aplico en mi día a día.

—Este verano, SAMU Wellness cumplirá cuatro años. ¿Cómo ha evolucionado la clínica en este tiempo?
—Al principio, nuestro objetivo era darnos a conocer en Sevilla y en las provincias cercanas. En Andalucía hay muy pocos recursos especializados en salud mental y la mayoría de ellos son públicos y tienen una larga lista de espera para acceder. Pero aún no he encontrado ninguno como SAMU Wellness, que ofrece una atención integral y multidisciplinar. Contamos con psiquiatras, nutricionistas, psicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, auxiliares de enfermería, celadores, enfermería, y todos trabajamos con un único objetivo y en equipo.

—Las instalaciones del centro también han crecido con los años.
—Conforme hemos visto que crecía la demanda, hemos creado nuevos espacios. Empezamos con tres pacientes y ahora podemos llegar a tener unos 20 pacientes hospitalizados, además de los pacientes de las consultas externas y los del hospital de día. Hemos creado espacios al aire libre para que hagan deporte y salas audiovisuales. No queremos que se sientan encerrados. Esto no es un hospital psiquiátrico común.

—Además de los ingresos hospitalarios y del hospital de día, cuentan con un apartamento y un hogar para pacientes. ¿Cómo funcionan estos dos espacios?
—Sí, en nuestro centro contamos con un apartamento pequeño que tiene su cocina, su baño, su salón… Aquí trabajamos con los pacientes las actividades de la vida cotidiana. Aquí viven los pacientes que, tras un ingreso hospitalario, ya pueden dar un paso más en su recuperación pero que aún no están preparados para volver a casa. Muchas de estas personas, debido al deterioro que han sufrido a causa de su enfermedad, han dejado de lado su higiene personal, no son capaces de autogestionarse la comida y otros aspectos del día a día. Aquí les ponemos unas metas y trabajamos con ellos para que se conviertan en personas autónomas. También contamos con un hogar con seis plazas. Tienen supervisión del personal pero prácticamente viven solos. Se lavan su ropa, hacen la compra, cocinan… Éste es el paso previo a volver a su domicilio, y pueden permanecer aquí todo el tiempo que necesiten hasta que se sientan lo suficientemente autónomos para vivir solos.

—¿Cuántas personas han sido atendidas en esta clínica desde que abrió sus puertas?
—Desde que abrimos en 2017 hasta finales de 2020 se han realizado 4.506 atenciones y se les ha dado el alta a 696 pacientes. Durante el periodo 2017-2018, se atendió a 1.062 pacientes, con una media de 88,5 usuarios al mes. En 2020, atendimos a 1.797 personas, lo que supone un promedio mensual de unas 150 personas. Como ves, nuestra evolución ha sido muy notable.

—¿Cuál es el perfil de los pacientes que acuden a SAMU Wellness?
—El perfil de los pacientes es muy variado. Tenemos desde jóvenes estudiantes a profesores, abogados o ingenieros. Por lo general, son personas con un nivel educativo medio-alto. Es cierto que al ser un centro privado, los pacientes y sus familiares cuentan con un soporte económico.

—¿Y las principales patologías que se tratan?
—Tratamos a personas muy diferentes, por lo tanto, las patologías que vemos también son muy variadas. Desde personas con trastorno bipolar o esquizofrenia a pacientes con trastorno de conducta alimentaria o trastorno límite de la personalidad. Uno de los grandes problema que tiene hoy la sociedad es el de las adicciones, por lo que atendemos a muchas personas con adicciones o patología dual, que son personas que sufren una adicción y un trastorno mental.

—¿Cómo ha afectado la crisis del coronavirus al funcionamiento de SAMU Wellness?
—A raíz de la primera ola, tuvimos que crear un protocolo de ingreso del paciente que contemplara la realización de una prueba diagnóstica previa a su ingreso para evitar poner en riesgo tanto al personal como al resto de los pacientes. Además, desde el primer día, los profesionales cuentan con equipos de protección y se habilitó un espacio por si en algún momento hubiese que aislar a algún paciente por contagio por Covid-19. En general, no hemos tenido que reforzar la plantilla, pero sí nos hicimos con el material y los recursos necesarios para estar preparados en caso de contagios.

—Durante la primera ola, desde SAMU Wellness se creó un gabinete en el que un grupo de psicólogos atendió a pacientes con Covid-19 y a sus familiares. ¿Cuál era su función? ¿Sigue activo este gabinete?
—Durante la primera ola, que nos cogió a todos desprevenidos, la población en general vivió importantes episodios de angustia. No sabíamos a qué nos enfrentábamos y cada día había centenares de muertos. Decidimos entonces crear un gabinete formado por psicólogos, la mayoría de ellos voluntarios, que atendieron a todas aquellas personas que lo necesitaran, fueran pacientes nuestros o no, enfermos de Covid-19 o no. A todos se les atendió de manera telemática debido a las restricciones de aquellas semanas. Se atendió a personas muy diversas, aunque en su mayoría fueron familiares de pacientes que eran atendidos en algunos de los dispositivos desplegados por SAMU, como el del Hotel Alcora, en San Juan de Aznalfarache, en La Línea de la Concepción (Cádiz) o en Madrid, además de los profesionales de SAMU que trabajan en estos dispositivos. Este gabinete como tal no funciona actualmente, pero se reactivará en el momento que sea necesario.

—¿Cuáles son los retos de SAMU Wellness para 2021?
—SAMU Wellness siempre tiene nuevos retos. Para 2021 tenemos el claro propósito de mejorar nuestras instalaciones para que nuestros pacientes se sientan cómodos y nuestros profesionales trabajen en las mejores condiciones posibles. Nuestro objetivo es seguir creciendo, seguir formando a nuestros profesionales y continuar ofreciendo una atención de calidad a nuestros pacientes.

adolescentes y covid-19 SAMU Wellness

Adolescencia en tiempos de Covid

¿En cuántas ocasiones hemos oído hablar o hemos leído acerca de la importancia de las relaciones sociales en los menores y, en especial, en los adolescentes? Estamos seguros de que no es algo que nos es ajeno a ninguno y que, en estos momentos por los que pasamos, tenemos aún más presente porque es una faceta de la persona que ha quedado “congelada”.

A lo largo de los años de nuestra formación y de ejercicio de la profesión nos han insistido en valorar cómo son las relaciones sociales de un menor cuando éste acude a la consulta. ¿Tiene un grupo de iguales?, ¿sale o se queda en casa?, ¿cómo se relaciona con los otros? Y es cierto que suele ser un indicativo del estado en el que se encuentra el joven.

El grupo de iguales es un referente importante en la etapa de la adolescencia y, como tal, ejerce de sostén ante los conflictos que se presenta ante cada persona. Sirve de espejo en el que mirarse, acompaña, hace que la soledad que en ciertos momentos se busca también se rompa, entre otras cuestiones. Es un grupo que no sabemos cuánto puede durar, porque vamos oscilando en la vida, dejando atrás a parte de los miembros e incorporando otros nuevos, por lo que se busca cuidarlo de manera especial a esas edades.

Desde marzo, cuando se estableció el estado de alarma debido al Covid-19, la situación social y personal de cada uno de nosotros sufrió un cambio inesperado e imprevisible. Hoy, esa situación sigue provocando un nivel de incertidumbre en las personas que dificulta gestionar nuestra vida en general y las relaciones sociales en particular.

A diario escuchamos las recomendaciones para poder convivir con esta pandemia y, entre ellas, está la de mantener la distancia social. Escuchamos las quejas y el sufrimiento de autónomos, hosteleros, familias con dificultad para llegar a final de mes, e incluso consejos de cómo tenemos que estar viviendo en la distancia de nuestros seres queridos (ya se trate de familiares o bien de amigos). Nosotros desde aquí queremos lanzar la siguiente pregunta: ¿alguien se ha parado a escuchar cómo están viviendo los más jóvenes estas restricciones tan necesarias como dolorosas? ¿Cómo favorecemos el crecimiento personal de ellos cuando un pilar tan relevante en sus vidas está coartado?
A esta situación añadimos el handicap de que a los jóvenes, en general, se les está señalando como responsables de los contagios. Se mete en el mismo saco a los que sí favorecen este comportamiento con otros que están sin acercarse a sus abuelos por miedo a contagiarles tras ir a clases, y que han reducido el grupo de iguales para mantener la situación lo más controlada posible.

Hemos creído que la mejor manera de saber cómo está afectando o influyendo la pandemia actual en la vida de los más jóvenes era preguntando directamente a algunos de ellos, pero no a quienes ya venían sufriendo de alguna dolencia psicológica, sino a una parte de la población general que también debe ser escuchada.

¿Cómo te ha afectado la situación del Covid-19 en las relaciones con tus amigos durante el confinamiento y en estos momentos?

Chica de 9 años de edad

“Durante el confinamiento me sentí muy triste y tuve que comunicarme con mis amigas por videollamada, aunque hubiera querido salir a la calle para verlas. Ahora, aunque las medidas son muy malas, me conformo con poder estar físicamente con ellas durante un rato”.

Chico de 13 años de edad

“Me ha afectado de forma negativa, me produce tristeza porque ahora veo menos a mis amigos y, cuando los veo, es menos tiempo. Durante el confinamiento me afectó mucho ya que no veía a mis amigo y estaba solo, casi no hablaba con ellos. Ahora no lo estoy pasando bien pero en comparación con el confinamiento casi diría que lo estoy pasando genial, ya que ahora puedo verlos aunque con medidas reducidas”.

Chica de 16 años de edad

“Durante el confinamiento me afectó. Aunque intentábamos mantener el contacto y de alguna manera estar unidas, hacer videollamadas y hablar no era lo mismo, porque no es sólo verse en la calle sino también en el instituto. Hubo algunas personas con las que tenía más contacto por la afinidad que tenemos pero, en general, lo viví con pena. Ahora mi grupo de amigos no tiene nada que ver con el de antes, porque antes me juntaba con 20 amigos y ahora con seis, y seleccionar a esas seis personas es dejar a otros amigos más de lado. El grupo se va separando y me influye negativamente porque no tengo el mismo contacto”.

“Me he sentido y me siento enfadada, aunque es más impotencia porque no puedo hacer nada por cambiar esta situación y no tengo tanta libertad. Durante el confinamiento no podía hacer nada porque el país estuviera mejor, no dependía de mí. Ahora, aunque yo respete las medidas hay gente que no las respeta y eso provoca rebrotes”.

Nos gustaría dejar esta frase para que cada uno haga su propia reflexión y la próxima vez que nos quejemos por la situación actual podamos empatizar también con esta parte importante de la población, con ese menor y/o adolescente que un día fuimos: “El adolescente, como el resto de los individuos, tiende a agruparse durante los periodos problemáticos con otros que, como él, experimentan las mismas dudas, necesidades y frustraciones”. [Ángel Aguirre, 1994].

Autores: Eva Fernández y Roberto Alconada.

Departamento Psicología SAMU Wellness.

Nutrición y Dietética SAMU Wellness salud mental

Claves para perder peso sin perder la salud

Debemos tener presente que cuando hablamos de exceso de peso, nos referimos a un exceso de grasa corporal, que es la única manera que tiene el organismo de reservar energía, obviando la pequeña fracción que almacenan los músculos y el hígado, en forma de glucógeno, para su actividad.

Esta grasa se ha ido acumulando en el cuerpo, a lo largo de un tiempo y ahora éste no va a querer desprenderse de ella tan fácilmente. Va a poner en funcionamiento todas las herramientas bioquímicas a su alcance para oponerse.

Aun así, no todos los organismos responden de igual manera a la pérdida de peso, pero en todos y cada uno de ellos habrá una resistencia en mayor o menor grado.

¿Se puede conseguir?

Sin duda, pero requiere mentalización, tiempo y constancia. Y en esto juega un papel fundamental el estado psicológico en el que nos encontremos, que será un arma incuestionable para afrontar la contienda. Asimismo, para fortalecer este estado psíquico y sin menoscabar la situación física del organismo, debemos seguir una serie de recomendaciones dietéticas recogidas por multitud de sociedades científicas, entre otras, por la SEEDO (Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad) a partir de la evidencia científica.

¿Cuáles son los obstáculos a los que nos enfrentamos?

Cuando nos ponemos a dieta para bajar de peso nos encontramos con un primer freno: nuestro propio organismo. A éste no le gusta nada que empecemos a comer de menos o a realizar ciertos cambios dietéticos, en detrimento de una menor ingesta calórica. Por el contrario, disfruta enormemente cuando le proporcionamos esas calorías de más y seguir acumulando esa energía, por supuesto en forma de grasa.

El artífice de esto es nuestro cerebro primitivo: es algo que se preparó durante miles años para contrarrestar las épocas de carestía de alimentos. En principio, sería una garantía para preservar la vida ante determinadas situaciones. Pero, por el contrario, la visión de nuestro cerebro consciente es diferente, pues es conocedor de que esta acumulación excesiva de energía puede comprometer la vida, a medio largo o plazo, debido el desarrollo de enfermedades derivadas de este sobrepeso.

El cerebro primitivo, cuenta con un poderoso aliado: la debilidad, muy relacionada con los mecanismos que conducen a eso que llamamos placer, mediado por las reacciones químicas que se producen por la acción de algunos neurotransmisores en zonas determinadas del cerebro, como es el caso de la estimulación de los llamados sistemas de recompensa a través de los sistemas dopaminérgicos y serotoninérgicos, principalmente.

Así es. No pocas veces hemos experimentado esa sensación de disfrute y deleite cuando devoramos, casi con una lágrima en la mejilla, esas comidas o alimentos tan ricos en grasa o azucares, que precisamente son los que producen o acumulan más energía, y que van a hacer muy feliz a nuestro cerebro primitivo.

Esa reacción, muy normal, le ocurre a todo el mundo. Está desencadenada por esas señales químicas de las que hablamos anteriormente, que se ponen en funcionamiento en el cerebro y que significan, simplemente que estamos vivos.

Por fortuna, el otro cerebro, el consciente, enciende esa bombillita, cuya imagen fiel está relacionada con el llamado remordimiento de conciencia, que a su vez se relaciona con la culpa, y que nos avisa de que hay algo que no estamos haciendo bien. Es lo que los psicólogos llaman coherencia emocional, que no es más que intentar actuar siempre conforme a nuestros propios valores, sabiendo y conociendo cuáles son las cosas que nos hacen sentir mal.

En el equilibrio está la clave

Si el primero es abanderado del placer, y lo experimentamos todos los seres vivos como instrumento inherente en la ejecución de las funciones vitales que perpetúan la vida de todo ser, el segundo lleva la insignia del esfuerzo. Es la pieza clave para alcanzar cualquier objetivo que nos propongamos, y tiene que ver con poner todas nuestras fuerzas, ilusiones y ganas para conseguir nuestras metas.

Precisamente es ahí donde tenemos que incidir para lograr ese equilibrio, con conductas y hábitos alimentarios positivos que podamos y debamos mantener y prolongar a lo largo de nuestra vida. Y es que como yo digo: ‘una dieta saludable no debe contraponerse nunca al placer de comer’.

El efecto rebote

Uno de los efectos a los que se enfrentan la mayoría de las personas que hacen dieta para bajar de peso, es el posterior aumento de éste, que se produce al poco tiempo de terminar esa dieta.

Como ya anunció hace unos años el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, pasamos ocho años de nuestra vida enlazando una dieta tras otra, en el curso de las cuales nuestro organismo, al tiempo que lo sobresaltamos con maniobras negligentes, va aprendiendo lo suficiente como para devolvernos todas esos desmanes que vamos cometiendo con nuestra dieta.

¿Y cómo lo hace? Aumentando bastante más el peso cuando terminamos de hacer nuestro transitorio y fugaz cambio de régimen. Es decir, en ese proceso de aprendizaje el organismo va a tratar de almacenar más grasa para compensar el deterioro que le ha provocado el realizar dietas drásticas, desequilibradas y temporales, que en modo alguno contribuyen a obtener el estado de salud física y psíquica que necesitamos para mantener al organismo absolutamente complacido.

Las causas

Son varias: dietas excesivamente bajas en calorías y en las que nos saltamos comidas; hacer dietas poco equilibradas; sustituir los alimentos por productos de herbolario y farmacia; perder peso de forma demasiado rápida; y no haber modificado los hábitos erróneos que nos llevaron al sobrepeso.

Las dietas muy bajas en calorías y poco equilibradas, mantenidas a largo plazo, son causa del efecto rebote cuando después de un tiempo comenzamos a comer con la normalidad que nos llevó precedentemente al sobrepeso.

Ni que decir tiene que la utilización de productos que se venden como reclamo para perder peso sobresaltan al organismo, al no recibir éste los nutrientes que necesita. Así, se contribuye inevitablemente a ese efecto rebote del peso. La ingesta de estos productos de ninguna de las maneras conlleva la modificación de los hábitos alimentarios que puedan llevar a un mantenimiento de este.

El tiempo preciso de la reducción del peso es uno de los puntos más importantes que todo profesional debe remarcar, siendo a la vez el más difícil en la programación del plan dietético. Entre medio kilo y un kilo por semana es la reducción ideal para que el organismo no perciba esta pérdida como una agresión y, al mismo tiempo, sea preservada la salud de la persona a tratar.

Cómo evitar fracasar

Más bien haciendo todo lo contrario a lo que solemos hacer. Es decir, comer casi de todo, de la forma más sana y natural posible, en sus cantidades justas para la actividad que desarrollamos, perdiendo el peso en el tiempo adecuado y aprendiendo y enraizando ciertos hábitos en la conducta alimentaria y de filosofía de vida, evitando el sedentarismo y practicando más ejercicio físico.

Sólo así adelgazaremos de forma discreta, sin alterar a nuestro organismo, que interpretará estos cambios como algo natural y positivo al no ver peligrar su integridad.

Metabolismo activo

Lo primero que debemos saber es que estamos genéticamente diseñados para reservar y acumular energía. Las épocas de carestía que se han venido sucediendo desde que la especie humana puso los pies sobre la tierra, a lo largo de los miles de años de evolución, hizo que desarrollásemos el llamado gen de la reserva. Es decir, lo que le gusta al organismo es reservar grasa, todo ello en favor de intentar prologar nuestra subsistencia.

La consecuencia es que nuestro organismo se va a oponer tenazmente a desprenderse con facilidad de esa energía acumulada, es decir, de la grasa de reserva.

Normalmente, sometemos a nuestro cuerpo de una forma casi continua a una serie de descompensaciones en la ingesta de alimentos que va a repercutir necesariamente en el metabolismo. Cuanto más lo maltratemos en este sentido, más difícil será encontrar el equilibrio metabólico que nos lleve a quemar calorías de una forma eficaz y permanente.

No se trata de comer poco. Se trata de comer lo justo y necesario, de forma equilibrada, para que el organismo reciba todo lo necesario. Esto es a lo que yo llamo tratarlo con cariño, y esto sólo se puede conseguir de la forma más plausible, aprendiendo a comer.

Este metabolismo activo debe asentarse, quiero decir, que los cambios que nos permitan mantener quemar calorías de forma activa permanente deben permanecer mucho tiempo instalados en nuestro organismo.

Claves para tener un metabolismo activo

Las claves para tener un metabolismo activo son no hacer dietas pasajeras mal equilibradas; adaptar la dieta a tus necesidades fisiológicas; comer prácticamente de todo, pero conociendo tus raciones (lo justo y necesario); hacer casi a diario una actividad física; darse un capricho alguna vez ; y, sobre todo, ser constante. Perder peso de forma eficaz y perdurable no es fácil, pero sí muy satisfactorio.

Autor: Francisco Soler Morejón.

Responsable del Área de Dietética y Nutrición de la Clínica SAMU Wellness.

 

Nutrición y dietética Samu Wellness

SAMU Wellness te ayuda a perder peso de una forma saludable

Desde el Servicio de Nutrición y Dietética de SAMU Wellness queremos ayudar a todas las personas que lo necesiten a perder peso de una forma natural, saludable y, sobre todo, perdurable en el tiempo. Durante el programa les enseñaremos a conocer los errores de una inadecuada alimentación, y a conocer las raciones recomendables de alimentos para su persona y cómo equilibrarlas. El proceso, de forma personalizada, se convertirá en la guía básica de una alimentación adecuada para cada persona y le conducirá a cumplir sus objetivos de forma permanente en el tiempo.

Nutrición SAMU Wellness tiene el firme propósito de ayudar a mejorar la salud y la calidad de vida de todas aquellas personas que optan por hacer de una alimentación más sana y equilibrada, su forma de vivir.

Nutrición SAMU Wellness está formado por un equipo multidisciplinar de profesionales del campo de la nutrición, la medicina y la psicología, que, mediante un tratamiento integral, quiere ayudar a sus pacientes a obtener unos resultados óptimos. Somos especialistas en sobrepeso y obesidad; además de componer un equipo integral en los trastornos de la conducta alimentaria.

 

Apoyo psicológico frente al Covid-19: La voz al otro lado del teléfono

Un gabinete formado por doce psicólogos de SAMU, principalmente de la clínica de salud mental SAMU Wellness, y de consultas privadas, todos ellos especializados en Psicología Clínica, ofrecen apoyo psicológico a pacientes y familiares del Hotel Alcora (Sevilla) y la Residencia de Tiempo Libre El Burgo de la Línea de la Concepción (Cádiz). Estos profesionales también asisten a trabajadores de SAMU que intervienen en el traslado de pacientes en Madrid o en alguno de los centros medicalizados mencionados anteriormente. Desde que se puso en marcha este servicio a finales de marzo, se han realizado más de 400 intervenciones psicológicas.

“El proyecto nació tras observar la magnitud creciente de los casos y las medidas de confinamiento tomadas para su prevención. Pensamos en las consecuencias psicológicas que podría sufrir la sociedad y cómo podríamos ayudar desde nuestra experiencia. Al mismo tiempo, se estaban gestando dos proyectos sanitarios dentro de SAMU: la apertura del Hotel Alcora como centro medicalizado de recepción de pacientes positivos derivados de residencias de ancianos, y el traslado de personas mayores de la residencia de Alcalá del Valle hasta la Residencia de Tiempo Libre El Burgo, en La Línea de la Concepción”, explica Roberto Alconada Padilla, psicólogo de SAMU Wellness y coordinador de este proyecto.

El trabajo de estos psicólogos se basa principalmente en gestionar la angustia de los familiares de los pacientes ingresados, ofrecerles información sobre su traslado y estado de salud, contener las respuestas emocionales a la situación de crisis que se presenta por tener a un familiar positivo en Covid-19 y ofrecerles herramientas para afrontar la situación cuando la persona se ve desbordada. Todo ello, de forma telemática.

“Otro trabajo ha sido el de gestionar la angustia de los propios usuarios ingresados. Muchos de ellos han presentado sintomatología ansioso-depresiva, crisis de angustia y desorientación”, continúa Roberto Alconada.

También se ofrece apoyo y tratamiento psicológico a los profesionales sanitarios, piezas claves en este proceso. “Estar lejos de la familia, o exponerse a situaciones de riesgo y de desgaste por los equipos de protección individual utilizados durante la jornada laboral pueden llevar a un desbordamiento de la situación que puede desencadenar en síntomas postraumáticos”, señala.

Las intervenciones se realizan de forma telefónica o por videollamada. Dependiendo del caso, se hacen sesiones diarias, semanales o quincenales.

“Lo más duro son las situaciones de duelo tras el fallecimiento de un familiar. Los familiares no pueden despedirse en condiciones de su ser querido. En el mejor de los casos podrán despedirse del difunto una vez acabe la crisis, fecha que nadie conoce. Por esta razón, en los centros gestionados por SAMU, la realización de videollamadas es algo primordial y de vital importancia”, destaca el psicólogo. “Estar lejos de un familiar contagiado resulta una situación vital estresante, más aún si la persona está en fase terminal. Para la familia es muy importante estar ‘presente’ aún en la distancia. Poder acompañar a su padre o madre en sus últimos días permite que la situación posterior de duelo sea más fácil de llevar”.

“También estamos tratando duelos de familias a las que no se les ha permitido despedirse de su ser querido en otros hospitales de España. Nos estamos encontrando familias muy desbordadas, situaciones que pueden desencadenar en duelos complejos por la mala gestión del fallecimiento. Nuestro gabinete de psicología acompaña a la familia antes, durante y después del fallecimiento”, continua Roberto Alconada.

El psicólogo de SAMU Wellness destaca que a la sociedad no se le ha preparado para esta pandemia y que cada persona tiene que utilizar sus propios recursos para hacer frente a esta situación. “Si contamos con herramientas útiles saldremos airosos de esta crisis, pero si las herramientas con las que contamos (o la situación en la que nos encontramos) no son las mejores, contar con un equipo de psicología que pueda ayudarnos a adquirir estrategias de afrontamiento más adaptativas es algo muy beneficioso. Saber que al otro lado del teléfono hay una persona que te escucha, entiende por lo que estás pasando y te ofrece técnicas para gestionar la situación hace que la situación de crisis se lleve de una forma más saludable y con el menor impacto emocional posible”.

Hotel Alcora SAMU psicólogos covid

Psicólogos de SAMU Wellness ofrecen apoyo a pacientes, familiares y trabajadores durante la crisis sanitaria

Un gabinete formado por doce psicólogos de SAMU, principalmente de la clínica de salud mental SAMU Wellness, y de consultas privadas, todos ellos especializados en Psicología Clínica, ofrecen apoyo psicológico a pacientes y familiares del Hotel Alcora (Sevilla) y la Residencia de Tiempo Libre El Burgo de la Línea de la Concepción (Cádiz). Estos profesionales también asisten a trabajadores de SAMU que intervienen en el traslado de pacientes en Madrid o en alguno de los centros medicalizados mencionados anteriormente. Desde que se puso en marcha este servicio a finales de marzo, se han realizado más de 400 intervenciones psicológicas.

“El proyecto nació tras observar la magnitud creciente de los casos y las medidas de confinamiento tomadas para su prevención. Pensamos en las consecuencias psicológicas que podría sufrir la sociedad y cómo podríamos ayudar desde nuestra experiencia. Al mismo tiempo, se estaban gestando dos proyectos sanitarios dentro de SAMU: la apertura del Hotel Alcora como centro medicalizado de recepción de pacientes positivos derivados de residencias de ancianos, y el traslado de personas mayores de la residencia de Alcalá del Valle hasta la Residencia de Tiempo Libre El Burgo, en La Línea de la Concepción”, explica Roberto Alconada Padilla, psicólogo de SAMU Wellness y coordinador de este proyecto.

El trabajo de estos psicólogos se basa principalmente en gestionar la angustia de los familiares de los pacientes ingresados, ofrecerles información sobre su traslado y estado de salud, contener las respuestas emocionales a la situación de crisis que se presenta por tener a un familiar positivo en Covid-19 y ofrecerles herramientas para afrontar la situación cuando la persona se ve desbordada. Todo ello, de forma telemática.

“Otro trabajo ha sido el de gestionar la angustia de los propios usuarios ingresados. Muchos de ellos han presentado sintomatología ansioso-depresiva, crisis de angustia y desorientación”, continúa Roberto Alconada.

También se ofrece apoyo y tratamiento psicológico a los profesionales sanitarios, piezas claves en este proceso. “Estar lejos de la familia, o exponerse a situaciones de riesgo y de desgaste por los equipos de protección individual utilizados durante la jornada laboral pueden llevar a un desbordamiento de la situación que puede desencadenar en síntomas postraumáticos”, señala.

Las intervenciones se realizan de forma telefónica o por videollamada. Dependiendo del caso, se hacen sesiones diarias, semanales o quincenales.

“Lo más duro son las situaciones de duelo tras el fallecimiento de un familiar. Los familiares no pueden despedirse en condiciones de su ser querido. En el mejor de los casos podrán despedirse del difunto una vez acabe la crisis, fecha que nadie conoce. Por esta razón, en los centros gestionados por SAMU, la realización de videollamadas es algo primordial y de vital importancia”, destaca el psicólogo. “Estar lejos de un familiar contagiado resulta una situación vital estresante, más aún si la persona está en fase terminal. Para la familia es muy importante estar ‘presente’ aún en la distancia. Poder acompañar a su padre o madre en sus últimos días permite que la situación posterior de duelo sea más fácil de llevar”.

“También estamos tratando duelos de familias a las que no se les ha permitido despedirse de su ser querido en otros hospitales de España. Nos estamos encontrando familias muy desbordadas, situaciones que pueden desencadenar en duelos complejos por la mala gestión del fallecimiento. Nuestro gabinete de psicología acompaña a la familia antes, durante y después del fallecimiento”, continua Roberto Alconada.

El psicólogo de SAMU Wellness destaca que a la sociedad no se le ha preparado para esta pandemia y que cada persona tiene que utilizar sus propios recursos para hacer frente a esta situación. “Si contamos con herramientas útiles saldremos airosos de esta crisis, pero si las herramientas con las que contamos (o la situación en la que nos encontramos) no son las mejores, contar con un equipo de psicología que pueda ayudarnos a adquirir estrategias de afrontamiento más adaptativas es algo muy beneficioso. Saber que al otro lado del teléfono hay una persona que te escucha, entiende por lo que estás pasando y te ofrece técnicas para gestionar la situación hace que la situación de crisis se lleve de una forma más saludable y con el menor impacto emocional posible”.

 

Pacientes de salud mental: un grupo de riesgo olvidado en esta crisis sanitaria

La crisis social generada por el virus Covid-19 ha conllevado el establecimiento de medidas extremas por parte de los estados para controlar la expansión del virus. En España, el estado de alarma declarado el 14 de marzo ha impuesto importantes restricciones que limitan la cotidianeidad de las personas. En concreto, el confinamiento en los hogares es una de las medidas que podrían tener efectos psicológicos notables. Entre las cuestiones que pueden influir en esta evolución, están factores específicos del estresor: duración, impredecibilidad y nivel de repercusión, entre otros. En la situación actual, los factores implicados son múltiples y carecemos de referencias para poder cuantificar su impacto.

Una situación de carácter traumático

Nuestro cerebro está sufriendo estrés postraumático, en un grado u otro, en función de la capacidad individual y de la experiencia previa y los mecanismos que utilicemos para que esta situación se vaya integrando. El cerebro reacciona desde el sistema reptiliano ante este tipo de situaciones inesperadas, súbitas y traumáticas, y una de las funciones que tiene ese sistema es, a veces, desconectarse para atacar o correr, o congelarse realizando conductas agresivas, pasivas o drásticas de manera automática.

En muchas personas esta situación estresante va a conectar con experiencias similares anteriores no resueltas. En consulta hay a quien la situación de estar en casa “encerrados” les está precipitando recuerdos infantiles de castigo, de miedo y de pérdida de libertad. Otras personas más mayores están recuperando recuerdos narrativos de sus abuelos que vivieron en la guerra y afrontaron momentos de extrema necesidad.

Las noticias sobre la situación de enfermedad y muerte pueden estar resurgiendo recuerdos acerca de enfermedades previas o duelos no resueltos. Estos ejemplos sirven para clarificar que muchas de las emociones que estamos experimentando tienen su origen en el pasado traumático y no se justifican únicamente por lo que vivimos ahora. Por tanto, cuantos más traumas no resueltos asociados al estrés de esta situación tengamos, más probabilidad de estar sufriendo en estos momentos.

Personas con mayor vulnerabilidad

Se habla de grupo de riesgo para contraer el virus, pero a los profesionales de la salud mental también nos interesa tener en cuenta a las personas con vulnerabilidad psicológica y/o psiquiátrica cuya situación va aprovocar una agudización de los síntomas, descompensaciones y aparición de trastornos comórbidos futuros.

Como es una situación sin precedente, no tenemos estudios previos que nos indiquen a nivel psicopatológico las secuelas de esta realidad. Por ello, de momento solo nos queda identificar a los grupos vulnerables para estar atentos y reducir las consecuencias que puede llegar a producir en estas personas la situación de confinamiento.

Los profesionales de salud mental nos estamos encontrando con personas que buscan ayuda por descompensación de sus síntomas. Pacientes con trastornos psicóticos que mantenían estabilidad en los últimos tiempos están ahora elaborando delirios relacionados con esta situación de alarma con implicaciones políticas, económicas y sanitarias. El confinamiento está exarcebando las especulaciones.

Las personas que tienen dificultad para regular impulsos como los trastornos de personalidad, algunos trastornos alimentarios, dependencia de sustancias, etcétera, también están comenzando a pedir ayuda pues encuentran más dificultad para autocuidarse, gestionar la ira o usar su mente reflexiva. Comienzan a realizar conductas que alivian de inmediato la sensación de malestar, aunque a la larga sea autodestructivo para ellas. Otros sufren efectos de abstinencia por no encontrar la sustancia que consumen habitualmente.

Aquellos con trastornos de ansiedad previo, del tipo trastornos de pánico, están sintiéndose sobrepasados, experimentando la sensación de peligro continua y necesidad de “huir”. Las personas con rasgos de ansiedad generalizada tienen un sinfín de nuevas preocupaciones con las que rumiar constantemente, alejándose del contacto con la realidad presente y experimentando síntomas desagradables como palpitaciones, insomnio u opresión en el pecho.

Las ideas autolíticas así como las ideas pasivas de muerte puede que también sufran un aumento con el paso de los días pues la sensación de indefensión y los pensamientos de impotencia de las personas con tendencias depresivas favorecen los pensamientos de desesperanza. Estos pacientes tendrán dificultades para ayudarse echando mano de creencias positivas y racionales como que “esto es temporal y que volveremos a nuestra vida normal”, y se quedarán ancladas en pensamientos catastrofistas que puede que nunca lleguen a cumplirse.

Las personas con problemas psicosomáticos de índole digestivo, dermatológico o de dolor expresarán mediante el cuerpo el estrés psíquico al que están sometidos. Las que tienen rasgos hipocondríacos es posible que se encuentren sobrepasados por la posibilidad de enfermar.

Estos solo son unos ejemplos. El otro problema añadido es que estas personas que están sufriendo conviven con familiares que tienen la energía mínima imprescindible para regularse y cuidarse a sí mismos. Ahora no pueden contener como lo hacía antes. Por estos motivos estamos recibiendo a muchas personas que encuentran serias dificultades en la convivencia en casa debido a la aparición de conflictos con sus familiares que no pueden ni saben gestionar. Por tanto, mientras que antes el problema psicológico lo padecía una persona, ahora forma parte de toda la familia.

La importancia de pedir ayuda

Los profesionales de la salud mental estamos volcados en estudiar e investigar las repercusiones de este fenómeno en el estado psicológico de las personas con y sin patología previa. Y, sobre todo, estamos implicados desde nuestro campo de actuación en contribuir y ayudar a la población a gestionar mejor esta crisis.

Desde la clínica de salud mental SAMU Wellness estamos formados y preparados para dar respuesta a las personas que acudan a nosotros. Mediante intervenciones telemáticas, para evitar la transmisión del virus, ofrecemos sesiones con nuestros pacientes externos, y con aquellos que, aunque fueron dados de alta y ya mantienen estabilidad clínica, desean consulta y recibir algunas indicaciones para manejar mejor esta situación.

Autora: Dra. Ana García-Dantas. Psicóloga especialista en psicología clínica