Trastorno de conducta en adolescentes clinica de salud mental en Sevilla SAMU Wellness

Los trastornos de la conducta en adolescentes

La doctora Cristina Romero Pérez, psiquiatra de la clínica de salud mental SAMU Wellness, habla sobre los distintos trastornos de conducta en la adolescencia y cómo hay que abordarlos

Los trastornos de conducta en la adolescencia son el principal motivo de consulta en el ámbito de la salud mental. Son más frecuentes en el sexo masculino y suponen los trastornos más prevalentes en esta etapa de la vida. Además, tienen un gran impacto en diferentes áreas funcionales del menor, como el rendimiento académico, la dinámica familiar o las relaciones sociales.

Aunque su inicio suele ser durante la infancia, en muchos de los casos no es hasta la adolescencia cuando se producen las primeras consultas, cuando los síntomas se han agravado, y, en ocasiones, se presentan con otras comorbilidades, lo que dificulta el abordaje y el pronóstico en estos casos.

La etiología de estos trastornos no se conoce con exactitud. Sin embargo, los factores de riesgo relacionados son temperamentales, genéticos y ambientales.

Tradicionalmente, los principales tipos de trastornos de conducta han sido: el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno negativista desafiante (TND) y el trastorno de conducta (TC), conocido previamente como trastorno disocial. Si bien, en las últimas clasificaciones del DSM-V, el TDAH ya no forma parte de este grupo, y ha sido incluido en los trastornos del neurodesarrollo. A continuación, vamos a explicar los tres por las similitudes clínicas que pueden presentar y la importancia de un adecuado diagnóstico en cada uno de los casos.

El TDAH

Actualmente se conoce que el TDAH es un trastorno neurobiológico, ya que se debe a una desregulación en los neurotransmisores (fundamentalmente dopamina), afectando principalmente al córtex prefrontal y sistema límbico. De ahí su salida en las nuevas clasificaciones. Sin embargo, a nivel clínico, suelen ser los trastornos de conducta derivados, los que ocasionan el motivo de consulta.

El TDAH presenta una tríada característica. La hiperactividad, descrita como un continuo y cambiante exceso de actividad. El déficit de atención, un estilo de funcionamiento mental que impide el esfuerzo mental sostenido. Y la impulsividad, que hace que actúen de forma inmediata y poco reflexiva. También se encuentran dificultades en el autocontrol, falta de voluntad, iniciativa, o baja tolerancia a la frustración, acusada por una necesidad de recompensa inmediata.

El trastorno negativista desafiante (TND)

Los dos sistemas de clasificación más importantes, el DSM-5 y el CIE-11 versión Beta, lo definen como un patrón persistente (de al menos seis meses de duración) de un estado de ánimo irritable, agresivo y una conducta desafiante, desobediente, oposicionista y vengativa que es más frecuente de la observada en menores de la misma edad y que no se restringe a la interacción con sus hermanos.

Además, el TND conlleva (según indica el DSM-V) mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad y trastorno depresivo mayor.

Trastorno de conducta (TC)

El DSM- V lo define como un patrón repetitivo y persistente de comportamientos en los que no se respetan los derechos básicos de los otros, las normas, reglas sociales o leyes (agresión a personas o animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo y/o incumplimiento grave de normas). Requiere una temporalidad de 12 meses para su diagnóstico. El abuso de sustancias es a menudo una característica asociada, lo que conlleva peor pronóstico.

El diagnóstico de estos trastornos es exclusivamente clínico, es decir, basado en una evaluación de la sintomatología por un adecuado profesional, que, aunque pueda incluir de forma ocasional escalas o test, en ningún caso suponen un criterio diagnóstico.

Es importante señalar que, en cualquier caso, es necesario realizar un diagnóstico diferencial. Los niños y adolescentes son más proclives que los adultos a manifestar síntomas de enfermedad mental a través de alteraciones en la conducta, encontrando que en parte de los casos de “mal comportamiento” puede esconderse un trastorno afectivo (como la depresión, o el trastorno bipolar).

El tratamiento de estos trastornos debe incluir intervención especializada de distintos profesionales.

Respecto al tratamiento psicofarmacológico del TDAH “puro” (sin otros trastornos asociados) “es el trastorno de conducta infanto-juvenil más agradecido farmacológicamente”, respondiendo en la mayor parte de los casos.

Existen dos tipos principales de tratamientos farmacológicos para este trastorno. Por un lado, los fármacos estimulantes: el metilfenidato, y la lisdexanfetamina. Y por otro lado, los fármacos no estimulantes: atomexetina y guanfacina principalmente.

En el caso del TND y el TD, el tratamiento farmacológico se suele reservar para aquellos casos de difícil control, es decir, para los comportamientos más graves o en cuando hayan fracasado otras modalidades terapéuticas. En estos casos, el tratamiento farmacológico es usado como coadyuvante de otro tipo de terapias e intervenciones psicoterapéuticas y educativas, tanto con el menor como a nivel familiar.